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Terrestrial

Estado de la introducción de especies no autóctonas conocidas y su impacto

Kevin A. Hughes (1) *, Katarzyna J. Chwedorzewska (2), Luis R. Pertierra (3) and Justine D. Shaw (4)

(1) British Antarctic Survey, Natural Environment Research Council, Cambridge, United Kingdom. *kehu[at]bas.ac.uk
(2) Department of Agronomy, Warsaw University of Life Sciences, Warsaw, Poland
(3) Universidad Rey Juan Carlos, Spain
(4) Centre for Biodiversity & Conservation Science, The University of Queensland, St Lucia, Australia

La biodiversidad y los ecosistemas de la Antártida se ven amenazados por la introducción de especies no autóctonas.  En la actualidad, las zonas más invadidas son la península antártica y las islas a mar abierto de esta última. Es probable que aumenten las invasiones debido al cambio climático y al crecimiento de la actividad humana en la región.  A pesar del éxito en la erradicación de plantas no autóctonas, ya comenzó a aumentar en la Antártida la distribución de las especies de invertebrados no autóctonas establecidas, y sus efectos en los organismos y hábitats autóctonos son desconocidos en buena parte.  La investigación científica futura podría aportar beneficios al estudiar técnicas de supervisión y detección, el grado y la magnitud de las introducciones de microbios y especies marinas, los índices de traslados de especies autóctonas y no autóctonas entre las distintas regiones ecológicas de la Antártida y ayudar a diseñar metodologías para lograr una óptima prevención y, en última instancia, erradicación.

Figura 1. Mapa de la región de la península antártica, que muestra la distribución de especies no autóctonas conocidas, todas las cuales son invertebradas debido a la erradicación previa de plantas conocidas que habían sido introducidas (para más detalles, ver Recursos). Sin embargo, los bancos de semillas persistentes de los suelos antárticos aún pueden representar una amenaza incluso tras la remoción de plantas.

Las especies no autóctonas invasoras han causado considerables efectos negativos en biodiversidad y en la estructura y función del ecosistema en muchas zonas de la Tierra.  La Antártida, en cambio, tiene relativamente pocas especies terrestres no autóctonas conocidas, que, en su mayoría, según se ha documentado, se limitan a plantas florales e invertebrados (Figura 1 y 2; 1,-3).  No obstante, las pocas actividades de seguimiento que se realizaron hasta ahora ampliaron nuestro entendimiento sobre la cantidad de especies no autóctonas y su distribución; asimismo, es evidente que pueden existir algunas especies introducidas que aún no se descubrieron (4).  La mayoría de las especies no autóctonas de la Antártida se han encontrado en las inmediaciones de las bases de investigación y en los sitios de desembarco para visitantes, lo cual pone de manifiesto que su presencia, establecimiento y proliferación se ven favorecidos por las actividades humanas (5,6). Si bien la mayoría de las especies no autóctonas conocidas de la Antártida se detectaron en la región peninsular antártica, se informó sobre la presencia de algunas en otras zonas de la Antártida (Figura 1; 1,3).  Esta distribución está íntimamente relacionada con las zonas que, según se prevé, serán las más susceptibles a sufrir la introducción de especies no autóctonas debido no solo al alto nivel de actividades turísticas y de operadores nacionales que se llevan a cabo allí, sino a sus condiciones climáticas favorables (5).  La isla Decepción (islas Shetland del Sur), por ejemplo, es uno de los destinos más visitados de la Antártida y, también, el más invadido, con nueve especies de invertebrados no autóctonos (3,5,7,8).

Figura 2. [A] Nassauvia magellanica erradicada de la isla Decepción en enero de 2010 (Fotografía: K. A. Hughes). [B] Trichocera maculipennis encontrado en el sistema de desagüe de la Estación Artigas (isla Rey Jorge/isla 25 de Mayo, islas Shetland de Sur) en 2006/07 (Fotografía: O. Volonterio). [C] Planta no autóctona en maceta, en la ventana de una estación de investigación de la Antártida (isla Rey Jorge/isla 25 de Mayo) (Fotografía: K. A. Hughes]. [D] Poa annua en la isla Decepción, que luego se eliminó (Fotografía: M. Molina-Montenegro). [E] Poa pratensis en punta Cierva, península antártica, donde se introdujo por primera vez durante la realización de experimentos de trasplantes entre 1954 y 1955 y que fue eliminado en 2015 (Fotografía: L. R. Pertierra). [F] Suelo no antártico introducido por accidente tras haberse adherido a las ruedas de vehículos de la Estación de Investigaciones Rothera, península antártica (Fotografía: K. A. Hughes). [G] Las incrustaciones en el casco de las embarcaciones son una vía de introducción de especies marinas no autóctonas en la Antártida (Fotografía: K. A. Hughes). (H) Mosquito quironómido no volador Eretmoptera murphyi, proveniente de las islas Georgias del Sur (South Georgia) e introducido en la isla Signy, islas Orcadas del Sur (Fotografía: P. Bucktrout). [I] Elefante marino (Mirounga leonina) descansando sobre un canal de drenaje debajo del emisario de la planta de tratamiento de aguas residuales de la Estación de Investigaciones Rothera. Si bien los desagües son tratados, es posible que haya una alta carga microbiana según la eficiencia y el rendimiento de la planta de tratamiento de aguas residuales. Nada se sabe sobre los efectos que podría ocasionar la ingestión de aguas residuales en los mamíferos marinos y la avifauna de la Antártida. [Fotografía: K. A. Hughes]

Futuras investigaciones científicas podrían aportar mayores beneficios al estudiar lo siguiente: