Andrew Klein (1), Ian Snape (2), Carlos Schaefer (3), Jackie Aislabie (4), Daniel Delille (5), Diogo De Azevedo Jurelevicius (6)
El Anexo III del Protocolo al Tratado Antártico sobre Protección del Medio Ambiente exige que los sitios terrestres de eliminación de residuos tanto pasados como actuales y los sitios de trabajo abandonados se remedien a menos que su remoción por medio de cualquier procedimiento pudiera producir un impacto negativo mayor en el medioambiente. En el pasado, la remediación se ha centrado en la limpieza de vertederos antiguos, la remoción de infraestructura inutilizada y de otros desechos, y la remoción/remediación de tierra contaminada. Los esfuerzos de remediación se han visto entorpecidos por la falta de directrices de remediación y protocolos de limpieza exhaustivos. Los costos elevados, las dificultades logísticas y los riesgos medioambientales de extraer, transportar y eliminar desechos presentan trabas adicionales para la remediación de sitios contaminados en la Antártida.
El Anexo III del Protocolo al Tratado Antártico sobre Protección del Medio Ambiente estipula que “Los sitios terrestres de eliminación de residuos tanto pasados como actuales y los sitios de trabajo de actividades antárticas abandonados serán limpiados por el generador de tales residuos y por el usuario de dichos sitios”. El Anexo III contempla dos excepciones: los sitios y monumentos históricos y los lugares donde “retirar cualquier estructura o material de desecho en circunstancias tales que la remoción por medio de cualquier procedimiento produjera un impacto negativo en el medio ambiente mayor que el dejar la estructura o material de desecho en el lugar en que se encuentra”.
Hasta la fecha, los esfuerzos de remediación medioambiental en la Antártida se han centrado en sitios terrestres y han abarcado la limpieza de vertederos antiguos, la remoción de infraestructura inutilizada y desechos, y algunas actividades de remoción/remediación de tierra contaminada. Se calcula que existen entre 1 y 10 millones de m3 de tierras contaminadas en la Antártida [1]. Dado que los sitios que requieren remediación a menudo se asocian con estaciones de investigación actuales o históricas, se encuentran ubicados, sobre todo, en zonas costeras libre de hielo, que representan solo el 0,18 % del continente e incluyen hábitats importantes para la fauna y la flora antárticas [2]. Si bien se sabe que hay sitios marinos contaminados dentro de la Antártida [3], se han realizado pocos esfuerzos de remediación marina. Mediante programas nacionales, se han limpiado vertederos antiguos y se ha retirado infraestructura inutilizada en la tierra, pero los esfuerzos de remediación generales realizados en la Antártida han sido limitados desde que el Protocolo entró en vigor [2, 4].
Algunos programas nacionales han logrado un mínimo de éxito en la remediación de sitios contaminados. Los esfuerzos de remediación más holísticos e integrados y mejor documentados quizás sean aquellos realizados en la estación Casey por el Programa Antártico Australiano, que comenzaron en la década de 1990 (Figura 1).
Además de la remoción física de desechos y de suelo contaminado, las investigaciones del agua y la tierra han caracterizado los niveles y los patrones de los contaminantes, así como su movimiento a través del medioambiente local [5]. También se estudiaron las respuestas de la biota local ante los contaminantes y la eficacia de las técnicas de remediación en el medioambiente antártico [5-7]. Otros programas nacionales, incluidos los del Reino Unido (Figuras 2 y 3), Japón, Argentina, Brasil y Uruguay, han llevado a cabo proyectos de remediación [4].
El trabajo requerido en la limpieza conjunta de la estación Cape Hallet (que fue abandonada a principios de la década de 1970) realizada por Nueva Zelandia y Estados Unidos demuestra los desafíos que implica limpiar una estación científica importante en una zona remota. Tras mucha planificación y muchos años de intentos modestos por limpiar, la operación de limpieza y remoción final llevó tres temporadas dedicadas de trabajo de campo. Su proximidad a una pingüinera indica que es importante considerar la realización de un seguimiento adicional tras la limpieza de lugares en que la vida silvestre pueda tener contacto directo con desechos remanentes o con tierras que quizás estén contaminadas (Figura 4).
Hasta la fecha, los esfuerzos de remediación efectuados en la Antártida se han visto obstaculizados por una variedad de factores. A diferencia de las regiones de menor latitud y de algunos países del Ártico, la Antártida carece de normativas medioambientales exhaustivas. El Protocolo no estipula directrices de remediación generales para la contaminación química ni protocolos específicos de limpieza, ni tampoco existen sanciones por contaminar o mecanismos para hacer que se repare la tierra, como existen en otros lugares del mundo. La mayoría de las Partes Consultivas tienen normativas medioambientales y criterios de remediación propios, que a menudo son directrices para tierra y agua que se utilizan como primer activador para determinar si una zona puede considerarse contaminada. Sin embargo, los niveles de activación difieren considerablemente entre países [2], y el Protocolo no define los niveles de contaminación a partir de los cuales deberían activarse las actividades de remediación ni especifica un mecanismo de aplicación que no sea el indicado en el Anexo VI sobre responsabilidad. La falta de detalles acordados ha demorado los esfuerzos de remediación llevados a cabo hasta la fecha.
Existen lagunas importantes en el conocimiento científico relativo a la remediación en las regiones polares. En particular, hay una escasez de datos provenientes de evaluaciones de riesgos ecológicos pertinentes para el medioambiente antártico, que podrían utilizarse para determinar los criterios de limpieza a la hora de diseñar programas de remediación. Existe información limitada sobre bioacumulación o toxicidad de contaminantes en especies polares. Si bien las pruebas de toxicidad se utilizaron mucho en regiones templadas para vincular concentraciones de contaminantes ambientales con efectos biológicos, se han publicado pocos estudios sobre especies polares. La escasez de dichos estudios no permite saber si las directrices medioambientales para sitios de menor latitud pueden aplicarse en los medioambientes marinos y terrestres de la Antártida [8, 9, 10].
Parece que el contaminante medioambiental principal del suelo antártico son los hidrocarburos del petróleo, los cuales probablemente permanezcan en la tierra durante períodos prolongados [11]. Hasta la fecha, la práctica dominante de remediación ha sido la remoción mecánica de tanta tierra contaminada por combustible como sea posible, así como de nieve/hielo suprayacente que se encuentre en las mismas condiciones. A menudo, el material se envía fuera del continente para su eliminación. Sin embargo, esta práctica costosa podría reemplazarse por métodos alternativos, como la biorremediación, que se está poniendo a prueba en muchos sitios. Aún se requieren más investigaciones científicas sobre los efectos bióticos y abióticos de los hidrocarburos en la Antártida, lo que incluye un mejor entendimiento de los procesos, las tasas y los caminos de la migración de hidrocarburos a través de los suelos del continente [11]. Se están realizando muchos estudios sobre la biorremediación a fin de brindar una alternativa in situ al envío de las tierras contaminadas fuera del continente [2, 12]. Recientemente se analizó la biorremediación polar [13, 14], y los esfuerzos antárticos deberían informarse a partir de experiencias de contaminación en el Ártico [15].
Aunque la limpieza es un requisito del Protocolo, la toma de medidas dependerá de si una Parte específica considera que estas causarán daños medioambientales mayores o no. En consecuencia, se agrega variabilidad al enfoque, y la falta de criterios internacionales acordados no ayuda. Si se considera que el proceso de remediación puede causar más daños que los generados por no intervenir, significa que no se necesita remediación [16]. El amplio campo de desechos y residuos y los sedimentos contaminados con bifenilos policlorados (PCB) que se encuentran en la bahía Winter Quarters, junto a la estación McMurdo, están contenidos en una depresión en el lecho marino. Este es un ejemplo en el cual, hasta el día de la fecha, el vertedero no se ha removido, pero se lo vigila para determinar su dispersión, dado que se teme que los intentos por recuperar el material contaminado podrían provocar una distribución a gran escala de los sedimentos, lo que probablemente genere impactos medioambientales sobre áreas que no están dañadas [17].
Al momento de evaluar opciones de remediación, también debe considerarse la viabilidad operativa de la opción propuesta [18]. Los siguientes son algunos de los factores que deben considerarse: la viabilidad de que la remediación se realice de forma segura tanto para las personas como para el medioambiente; la accesibilidad de la zona que necesita remediación; y el costo financiero. A fin de brindar orientación para abordar requisitos medioambientales, sobre todo, en relación con el Anexo III del Protocolo, el Comité para la Protección del Medio Ambiente (CPA) elaboró un Manual sobre Limpieza en 2014. El manual se centra en proporcionar una orientación práctica para la reparación y remediación de sitios de eliminación de desechos pasados y sitios de trabajo abandonados, así como otros sitios contaminados por combustible u otros derrames de residuos peligrosos.
1975
Recomendación VIII-11. Impacto del hombre en el medioambiente antártico. Esta fue la primera vez en que el Tratado abordó el tema de la eliminación de desechos con un Código de Conducta basado en una publicación elaborada por el SCAR.
1989
Recomendación XV-3. Impacto del hombre en el medioambiente antártico: eliminación de desechos. Estas fueron las primeras propuestas detalladas en materia de gestión de desechos y limpieza que incluyeron los residuos combustibles, pero no abordaron la biorremediación.
1991
Firma del Anexo III al Protocolo al Tratado Antártico sobre Protección del Medio Ambiente.
2014
Publicación del Manual sobre Limpieza del CPA.